Muy buenas a todos.
Después de unos días desaparecido en combate (combate desigual contra el gigante de la Agencia Tributaria –es época de IVA, pagos fraccionados, impuesto de sociedades y retenciones-), puedo volver a dedicarme al reencuentro del 10 de agosto en cuerpo y alma. No es que estos días me haya olvidado del mismo, pues he estado ultimando algunas cosas, pero no le he podido dedicar el tiempo que hubiese querido.
Vayamos por partes, que hay bastante de qué hablar, y están tocando a vísperas.
Definitivamente no he logrado que tengamos acceso al Seminario, tal y como era mi intención, pues están de reformas en el Claustro, para no interferir en las mismas (creo que los sábados no trabajan, pero es el motivo que me han dado). Por tanto, la visita a los campos de fútbol no va a ser posible. Lo siento.
Como ya os comenté, el tema del restaurante lo tengo cerrado, a falta de concretar el número exacto de comensales (calculo que al final seremos 35). Para después, como ya hemos hecho en otras ocasiones, tenía previsto bajar al Palacio del Virrey a tomarnos “unas aguas tónicas”, “unas aguas de fuego” o lo que a cada uno le apeteciese. Pero, al final, no lo vamos a hacer allí. Tienen una boda (hacen allí la ceremonia civil y todo) y no nos va a ser posible, pero no os preocupéis que ya tengo otros dos sitios en perspectiva.
Al objeto de que ese día sea exclusivamente para disfrutarlo, y no estar pendientes de nada más, y dada la experiencia que tengo de otros eventos semejantes, he abierto una cuenta bancaria para éste, en el que ingresaremos cada uno 50€ (cincuenta euros), para sufragar la comida y las copas. Por e-mail, aparte, os envío en nº de cuenta para que hagáis el ingreso, como muy tarde, el día 7 de agosto, pues con el tema de valoraciones y demás, podemos tener problemas si lo hacéis después. De esta manera, el día 9 cancelo la cuenta y el 10 tenemos el dinero para pagar a todo el mundo.
Sixto, ya sé que quieres que ponga el programa concreto, pero eso lo haré el día 31, cuando ya tenga ultimado todo, pues mañana, con permiso de la autoridad, y si el tiempo u otra circunstancia adversa no lo impide, me voy 5 días a relajarme y, sobre todo, a que se relaje mi mujer, que después de un año seguido cuidando a su madre (con principio de alzheimer), se lo tiene más que merecido.